A finales de la década de los 80 vino un psiquiatra de Madrid a darnos una conferencia sobre trastornos alimenticios. En un momento dado de la charla dijo:
– Hay una epidemia de anorexia cruzando el Atlántico.
– ¿Cómo puede un trastorno psiquiátrico atravesar el océano?, exclamó perplejo uno de los asistentes.
– Lo vais a ver: un 10-15% de la población USA entre 14 y 21 años está diagnosticada ya de anorexia nerviosa, y en poco tiempo tendremos aquí esa misma tasa de prevalencia.
Sus palabras resultaron ser proféticas y años después el diario EL MUNDO informaba con alarmantes titulares: “La anorexia es la más mortal de las enfermedades mentales. En España hay más de medio millón de afectados. La edad de riego se ha reducido a los nueve años.”
No es necesario añadir que por aquel entonces el conspicuo conferenciante madrileño había logrado ya una cátedra de psiquiatría.
Pues bien, según un reciente estudio de la Universidad de Navarra se calcula que en España hay hoy aproximadamente 84.000 personas con anorexia nerviosa, que es probablemente la cifra que hubo siempre.
Algo parecido está ocurriendo actualmente con el TDAH, trastorno psiquiátrico que a afecta a un 5% de la población infantil española. No se lo pierdan: esta tasa de prevalencia la facilita nada menos que el Boletín del Congreso de los Diputados (12 de diciembre de 2012), que muestra además su preocupación por el hecho de que casi la mitad de esos niños aun no han sido diagnosticados.
Estamos hablando de unos 500.000 niños en España con TDAH. Y nuestros diputados preocupados porque, al parecer, hay 120.000 que todavía no tienen diagnóstico y, por ende, no reciben el correspondiente tratamiento anfetamínico. Simplemente… ¡de locos!
Dentro de diez años, cuando este diagnóstico haya pasado a ser sinónimo de vulgaridad, tal y como ocurrió en su momento con la anorexia nerviosa, sólo un mínimo portcentaje de todos esos cientos de miles de niños seguirá teniendo criterios para ser diagnosticado de TDAH. Eso sí, por el camino habrán quedado cientos de miles de familias destrozadas.