David Rosenhan. 1929-2012. Psicólogo americano.
Rosenhan demostró que los psiquiatras en 1973 no eran, (ni lo son en la actualidad) capaces de diferenciar en un psiquiátrico, ni fuera de el, en una consulta, a una persona sana de una persona con una enfermedad mental. Lo que apoya las ideas del psiquiatra Tomas Sazs, ideólogo del movimiento antisiquiatría o del movimiento de psiquiatría alternativa. El propio Rosenhan se hizo pasar por paciente de un psiquiátrico, teniendo en cuenta que era psicólogo, las conclusiones de su estudio son muy importantes para la historia de la humanidad.
Rosenhan, estudió en Yeshiva University y en Columbia University. Su experimentó fué publicado en 1973,en la revista Science, el mismo año en que a la asociación de psiquiatría americana no le quedó más remedio que reconocer que no había métodos científicos fiables para diagnosticar enfermedades mentales.
Su experimento consistió básicamente en ingresar en varios hospitales psiquiátricos de Estados Unidos, entre 1969 y 1972 a 8 personas con una buena salud mental, haciéndose pasar por enfermos mentales que oían voces. Todos oían las palabras, vacío, monótono, ruido. Y cuando eran hospitalizados dejaban de oír las voces. Todos simularon tener los mismos síntomas y todos fueron diagnosticados como enfermos mentales. La mayoría fueron diagnosticados como esquizofrénicos.
Todos fueron obligados a reconocer que padecían alguna enfermedad mental y a aceptar medicarse con antipsicóticos como condición para ser dados de alta. La segunda parte de su experimento se llevó a cabo cuando uno de los establecimientos psiquiátricos desafió a Rosenhan a enviar pseudo-pacientes a su hospital para que su personal los detectara. Ellos dijeron que los detectarían a todos. Rosenhan aceptó y en las siguientes semanas, de los 193 pacientes que el hospital atendió, identificaron a 41 como falsos pacientes, 19 de los cuales habían levantado las sospechas de al menos un psiquiatra y otro miembro del personal. En realidad, Rosenhan no había enviado a nadie al hospital. De nuevo los psiquiatras del hospital fueron incapaces de diferenciar entre una persona sana y una persona con un trastorno mental. Lo que confirmó las conclusiones del estudio de Rosenhan. De que los psiquiatras no eran capaces de diferenciar entre una persona sana de una persona trastornada.
Corta entrevista a Rosenhan.
Cualquier persona puede ser diagnosticada como enferma mental según la situación.
Rosenhan. Standford. Entre 1969 y 1972 un grupo de colegas y yo fuimos admitidos en hospitales psiquiátricos, fingiendo tener un sólo síntoma, que oíamos voces. Y las voces decían. Vacío, monótono, ruido. Desde el momento en que fuimos admitidos en el hospital abandonamos nuestro síntoma. Y nos comportamos con normalidad.
La palabra que utilizamos para expresar nuestra experiencia es inhumano, nadie te habla, nadie tiene contacto contigo, el promedio de contacto de los pacientes con el personal es de 6 minutos y medio al día. Nadie viene a visitarte. La primera vez que estuve en un hospital psiquiátrico en la sala de reconocimiento con 41 personas en la sala, de las 7 visitas que tuve el fin de semana, tuve 4 visitas fueron de mi mujer. Vino el sabado por la tarde, el sabado por la noche, el domingo por la tarde y el domingo por la noche. Vino muy poca gente.
Los hospitales psiquiátricos son almacenes de personas rechazadas por la sociedad, personas no queridas no comprendidas, por las que se ha perdido toda compasión. La pregunta era.
Detectaría alguien que no eramos personas enfermas, la respuesta fué no. Admitidos como esquizofrenicos paranoides, fuimos diagnosticados con esquizofrenia en remisión.
Ahora bien, en remisión no quiere decir lo mismo que sano.
Es inevitable tratar así a los pacientes. Es muy díficil de decir. El personal necesita que se lo recuerden constantemente, y es muy dificil recordarselos, después de todo lo están haciendo lo mejor posible, pero necesitan que le recuerden constantemente que las personas no son una colección de sintomas. Son personas con conyuges, con hijos, con padres, con trabajos, con hipotecas, con facturas que pagar.
Que son en el amplio sentido de la palabra muy humanas y muy desgraciadas.
Las palabras de Rosenhan sobre su estudio.
Cualquier proceso diagnóstico que se preste por sí mismo tan fácilmente a errores masivos de este tipo no puede ser un proceso fiable.
Artículo extraído de internet.
Los sutiles límites entre la cordura y la locura: El famoso experimento Rosenhan.
Hay algunos experimentos que ponen en jaque los métodos actuales de diagnóstico en salud mental.
Rosenhan fue un psicólogo estadounidense que se dedicó al estudio de muchos temas, entre ellos la psicología educacional y el uso de la psicología en el ámbito legal/judicial. Sin embargo su trabajo más célebre es el famoso experimento que se recuerda con su nombre y que fue publicado en la revista Science a comienzo de los años setenta con el título de “Sobre estar sano en lugares insanos”.
El experimento:
El experimento de Rosenhan fue simple en su idea de base, pero genial en el efecto y logros que consiguió. El experimento consistió en reclutar personas que gozaban de cierto estándar de salud mental, y convertirlos en un grupo de “pseudo-pacientes”. El propio Rosenhan y sus colaboradores, quienes representaban diversos perfiles, se hicieron admitir en doce hospitales psiquiátricos en varios estados de Estados Unidos, nuevamente de las más variadas condiciones (por ejemplo hospitales con poca demanda, hospitales saturados de pacientes, hospitales con poco personal, y hasta un hospital privado de alto prestigio).
Todos los pacientes tenían la instrucción de decir que habían oído una voz, y cuando les preguntaran qué decía esta voz debían responder: “Vacío”, “hueco”, o que oían el sonido de un golpe seco. Este “síntoma” fue elegido debido a la similitud o referencia que puede tener con una pregunta o conflicto de tipo existencial, y además por el hecho de que los investigadores no fueron capaces de encontrar evidencia alguna en toda la literatura de una psicosis o locura de estas características. Este síntoma, la alteración del nombre del “paciente” y su profesión fueron los únicos cambios que se hicieron a la hora de la presentación en el hospital. Los pacientes mantuvieron sus “personalidades” e historia personal a la hora de ser entrevistados por el personal y los médicos de los establecimientos.
¿Cuál era el objetivo? Poner a prueba los métodos de ingreso de los establecimientos y la capacidad de los profesionales de la salud mental que trabajaban en los mismos. La idea original era que estos “pseudo-pacientes” comprobarían si eran admitidos dentro del servicio a pesar de su falsa sintomatología, y luego daría paso la parte más importante de la investigación.
El estigma de la enfermedad mental
Este próximo paso consistió en que una vez admitidos, debían reportar mejoría, comenzar a demostrar sentirse bien, y haber dejado de experimentar los síntomas mencionados. Al hacer esto, los participantes se encontraron con la enorme sorpresa de que no los dejaban salir. Para el personal médico y administrativo, estas personas seguían siendo enfermos mentales, trastornados, que necesitaban estar internados en la institución (en tratamiento y medicamentados). A pesar de los esfuerzos por salir, todo intento de mostrar “sanidad” era interpretado como parte o síntoma de su enfermedad. Por ejemplo, muchos de los “pseudo-pacientes” tomaban notas de sus rutinas diarias e indicaciones médicas como parte de su experiencia, lo que muchos de los médicos interpretaban como parte de su patología, y en su defecto como algo indigno de ser tomado en cuenta.
Por otra parte, muchos de los “enfermos” que estaban ya internados en la institución sospecharon desde un principio de los “pseudo-pacientes” porque no actuaban como enfermos, y por ejemplo pensaron que eran periodistas o investigadores basándose en la cantidad de notas que tomaban. A pesar de todo esto, muchos “pseudo-pacientes” no fueron “liberados” pasados varios meses de internación.
Conclusiones:
Las conclusiones de este experimento son muchas, la primera y la más mencionada es la dificultad de hacer buenos diagnósticos psicológicos y psiquiátricos. Este estudio puso en marcha muchos cambios en la concepción y la academia de la psicopatología. En segunda instancia, este estudio también demuestra y nos advierte a los profesionales que somos susceptibles de dejar que el contexto y juicios previos nublen nuestra capacidad de observación, por ejemplo, no poder ver a personas saludables detrás de la idea de que son enfermos. Sin embargo, lo más importante para Rosenhan era el tamaño del estigma que genera ser etiquetado de “enfermo mental”.
Estas personas sanas fueron privadas de libertad por la idea de que padecen una enfermedad mental, por lo demás, no observable ni en sus palabras o en su conducta. Estas personas dejaban de ser personas, y pasaban a ser pacientes psiquiátricos, aún cuando la enfermedad estaba dada por el rótulo que les fue impuesto. De hecho las personas al ser dadas de alta conservaban su diagnóstico, por ejemplo:“esquizofrénico en remisión”.
¿Les interesa saber una última parte interesante del experimento? Otro hospital desafió a Rosenhan a volver a intentar el experimento, esta vez para probar que si sabiendo que existen “pacientes falsos”, el personal era capaz de detectar a los falsos y admitir a los enfermos reales. De casi 200 pacientes, el personal de este hospital calificó a 41 de ellos de ser “pseudo-paciente” con un alto grado de confianza, al menos 23 de ellos fueron detectados por médicos psiquiatras. Lo interesante de este resultado es que Rosenhan no envió a ninguno de sus “pseudo-pacientes” a este hospital.
Me parece indispensable que este tipo de experimentos existan y se repliquen en los sistemas de salud a los que nos acogemos. No porque sospeche de la mala intención de los mismos o de los profesionales de la salud mental, tampoco porque tenga un afán revolucionario de echar abajo las instituciones y el trabajo de los demás, no. La razón es porque, como todo otro ámbito de nuestra sociedad, la salud mental está a cargo de individuos que también son humanos, también cometen errores, y que también forman parte de sistemas y contextos que los llevan a hacerlo. Por lo mismo es importante mantenerse revisando el propio trabajo, revisando los propios errores, y enmendándolos en la medida de lo posible.
Opinión de un miembro antipsiquiatría tras leer este artículo. Lo que demuestra este experimento es que los psiquiatras no tienen ninguna forma científica de diagnósticar a una persona con una enfermedad mental, o un transtorno mental y es que los psiquiatras no son médicos, ni nunca podrán serlo, no hay análisis de sangre, ni escaneres cerebrales, los tacs, no indican nada realmente, ni bioxias, no hay ninguna forma de diagnosticar una enfermedad mental y esto es lo que demuestra este experimento. Las personas que son diagnósticadas con una enfermedad mental o un transtorno mental en la práctica al enfermo o al transtornado se le considera enfermo mental, ya son etiquetadas como enfermos mentales para toda la vida y según los psiquiatras deben de seguir tomando medicación aúnque mejoren. Por lo tanto, no le aconsejamos que visite a un psiquiatra, si tiene problemas psicológicos acuda a un psicólogo y si le dice que debe ir a un psiquiatra niegese y también no deje que le receten medicamentos psiquiátricos. La ciencia no ha demostrado que las enfermedades mentales se produzcan por un desequilibrio químico en el organismo, ni la psiquiatría ha inventado ningún medicamento que cure las supuestas enfermedades mentales, ahora si usted quiere tomar medicamentos porque piensa que los necesita bueno se podrá sentir mejor por el efecto placebo, no porque el medicamento que le han dado funcione.
La Entrevista a Rosenhan en inglés.
Interpretación de alumnos de la Universidad LeTourneau del experimento Rosenhan.
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